miércoles, 20 de junio de 2012

LA FIESTA DE SAN ANTONIO EN REVELLÓN DE MIUDES


                                     LA FIESTA DE SAN ANTONIO
                                       EN REVELLÓN DE MIUDES
                                               (Por Vicente Pérez Suárez) 

      Con el paso de los años todo cambia, incluso las fiestas que tuvieron una motivación más o menos histórica que se pierde en el proceso de los tiempos. Tal es, como ejemplo, la de Santa Eulalia de Mérida, en Revellón, que se celebraba el día 10 de diciembre y era patrona de este histórico pueblo, como ya se ha dicho en otra ocasión, pues su pequeña capilla, también suplantada por la nueva actual, nada semejante, era el único vestigio de un importante convento o monasterio de templarios del siglo X. Esta festividad se venía celebrando sin interrupción, entre grandes ventoleras, frío, agua; paraguas y gabardina, clima propio del mes de diciembre, bailando la gente, incluso en madreñas, y otros apiñándose en torno al calor de los asadores de castañas. Dicen que la fiesta dejó de hacerse por este motivo climatológico, pero lo cierto es que fueron desapareciendo también otras muchas que se celebraban en pleno verano; concretamente en Miudes, había unas cinco y se quedó en la del Carmen en Miudeira, eso sí, con tres días de fiesta y mucha atracción, la que también desapareció en el año 2009, quedando sólo en Miudes las de S. Antonio y Santiago en Villar. Todo este recuerdo de la festividad de Santa Eulalia viene a cuento de que actualmente se haga en el mismo pueblo de Revellón la fiesta de San Antonio de Padua, y se dejara en el olvido la patronal de Santa Eulalia, que, al fin y al cabo, supongo que la Santa no pondría ningún reparo en que se le cambiara la fecha por otra más veraniega; pero se optó, sin recordar para nada la santa de Mérida, por suplantarla por S. Antonio, que también, el pobre, se había quedado sin fiesta, que era todos los años el día 13 de junio, fecha del calendario, como tenían lugar todas las que se celebraban en Miudes, y la única sin mayordomo, pues era pedida por la parroquia, por aquella creencia de que S. Antonio tenía mucho poder contra las enfermedades del ganado, creencia errónea, ya que el patrón de los animales es S. Antón, otro santo que nada tiene que ver con S. Antonio. La verdad es que cuando se habló de hacer esta fiesta, -digo- tampoco nadie se acordó de Santa Eulalia, decidiéndose, sin más, hacerla al santo de Padua.

      Una vez dicho, a manera de introducción, lo que antecede, vamos a tratar de explicar la motivación de esta festividad, pues es bien sabido que todas las fiestas tienen un motivo y esta de San Antonio en Revellón no podía ser una excepción ni una casualidad. No, San Antonio, al menos que sepamos, no se apareció ni se sabe que hiciera algún milagro en este pueblo lleno de historia y capital, junto con Miudes, de la parroquia; pero todo surgió hace 18 años, en 1984, fecha que los mayores recordarán, otros lo habrán olvidado y los más jóvenes lo ignoran. Por todo ello vamos a dejar constancia para la historia, en este artículo, de la motivación de esta festividad de San Antonio de Padua en Revellón, aunque la función religiosa tenga lugar en la iglesia parroquial de Miudes.

      Como decíamos, la primera fiesta se celebró el 16 de junio de 1984 y fue motivada por la inauguración del polideportivo situado detrás de las antiguas escuelas. Este polideportivo fue iniciado durante la primera legislatura democrática (1979) y fue terminado en la segunda legislatura (1983), siendo concejales D. Severiano Martínez (Severo) de Godella, en la 1ª, y D. Manuel García Suárez (Epifanio), vecino de Las Quintas de Miudes, en la 2ª legislatura, surgiendo la idea de hacer con una fiesta en honor de S. Antonio, la inauguración de dicho polideportivo y el Centro Cultural, a condición de que se continuara haciendo todos los años. Para ello se nombró una Comisión, en la que estaba incluido el que esto escribe, comisión que acordó los actos y las acciones a llevar a efecto para lograr una brillante inauguración: se hizo una rifa de una ternera para recaudar fondos, colaboró toda la parroquia y se convenció al párroco, D. Avelino Fernández Díaz (q. e. p. d.) para que oficiara la misa solemne de campaña en el propio polideportivo, cosa que hizo con todo gusto, y con la presencia de la imagen del santo traída expresamente de la iglesia. En el campo se construyó un bello y florido altar, se instalaron micrófonos y se celebró una hermosa función religiosa, ante numeroso público, cantada por los coros y danzas “EL HÓRREO DE BARCIA” y presidida por el alcalde D. Agustín Da Costa García; a continuación tuvo lugar la procesión con el Santo de Padua hasta la capilla de la olvidada Santa Eulalia, con la que se quedó aquel día. Durante la víspera y toda la jornada de la fiesta, ondearon en los antiguos colegios las banderas de España y Asturias, una tradición muy antigua cuando había algún acontecimiento nacional. (En este caso, la fiesta no era nacional, pero era un gran día del pueblo, debiendo seguirse la costumbre de airear y quitarles la polilla a las banderas, que están allí para eso, siempre que haya algún acontecimiento especial, ya que con ello se le da un símbolo de solemnidad y significado a la festividad).

      Terminado el acto religioso hubo actuaciones del mismo coro que había cantado la misa, “El Hórreo de Barcia”, y se obsequió a todos los asistentes con abundantes y variadas raciones de pinchos y buen vino tinto para animar la fiesta. Por la tarde actuó la Tuna Universitaria de Oviedo, hubo juego de bolos y un partido de fútbol-sala entre los equipos “Peña Chus Herrera”, de Primera División, y una Selección de Occidente; entregándose trofeos a los ganadores y demás participantes. Por la noche se desarrolló la animada y concurrida fiesta amenizada por una renombrada orquesta, cuyas notas melódicas resonaron durante la tranquila noche, hasta casi la alborada, perdiéndose desperdigadas por entre el ramaje del cercano extenso pinar que sube hasta la montaña de levante, montaña que retrasa la aparición matutina del sol, que caldeará el pueblo durante el día hasta esconderse, plateando el mar, en el lejano horizonte de poniente, para volver a la madrugada, otra vez en la cumbre, por entre los pinos. Una noche de fiesta, en la que la luna sonrió maliciosa en el limpio cenit celeste, como en una noche del cercano verano.

      Tal fue la inauguración de este polideportivo y Centro Cultural y el origen de esta fiesta de S. Antonio en Revellón, que siguió celebrándose; aunque no con la misma solemnidad, ni todos los años. Había sido una jornada completa de actos, de gustosos aperitivos, diversión y música, que dejamos, en este escrito, plasmada para la historia del pueblo.

      Ya que estamos en estos “santos lugares” de las escuelas, no puedo dejar de reseñar la historia que tienen estos colegios para el pueblo de Revellón y toda la parroquia, sobre todo para los mayores que tuvieron la suerte de asistir a la escuela y aprender lo que saben. Claro que para unos los recuerdos pueden ser amargos, para otros indiferentes y para los más, una hermosa y bella remembranza de niños con interés en aprender y saber; puesto que no tendrían otra escuela, y sé que recuerdan aquellos sacrificados maestros mal pagados, empeñados en enseñar aun a costa, muchas veces, de algunas gotas de sangre y lágrimas de los niños; pero así era entonces –ahora los que sangran y lloran son los maestros- y el que aprendió sabe y el que no, lloró y sangró también, pero no sabe. Antes se decía que las letras con sangre entran –sangre de los niños, claro- hoy también van entrando, pero, algunas veces, con sangre de los maestros.

      Hay otro punto que conviene tener en cuenta: aquellos edificios hoy sólo son una memoria del pasado que cada vez se aleja más, va desapareciendo, porque desaparecen los que pasaron por ellos; por otra parte, carecen totalmente de estilo arquitectónico, ya que son edificios vulgares sin ninguna estética importante, que sólo tienen, digo, si se quiere, una memoria ya muy lejana; por lo que es una pena que el solar que ocupan no esté destinado para unas viviendas sociales, como estuvieron programadas y prácticamente aprobadas con un edificio semejante al actual, con el fin de conservar su estética original, destinando un local para servicio cultural y social de la parroquia. Esta es la opinión de la gran mayoría de los vecinos, y pienso que también sería el gran deseo, si viviera, del Padre Montaña, donante de los referidos colegios por los años 1916-18, quien vería muy bien convertidos en algo más útil en aquella hermosa zona, que fue muy importante para escuelas en su época; pero, como todo cambia, hoy sería mejor proceder a la construcción de viviendas, tan necesarias en el concejo. Es algo en que deben pensar los que rigen el municipio, toda vez que ya estuvieron a punto de construirse; pero, creo que, por desinformación y razones un tanto sentimentales, ya desfasadas por el tiempo, alguien dio marcha atrás en este proyecto casi ultimado, por lo que debiera ser nuevamente estudiado.

      Volviendo al tema de la fiesta, de todos es sabido que estas fiestas tienen un carácter popular-religioso desde tiempos inmemoriales, tanto que siempre estuvo unido lo religioso con lo profano; aunque esta palabra “profano” es empleada de un modo alegórico, ya que no se profana nada, puesto que profanar quiere decir tratar lo sagrado sin el debido respeto, deshonrarlo, hacer uso indebido de ello; cosa que no viene al caso en estas fiestas separar lo, mal llamado, “profano” con la función religiosa. Por todo esto, pienso que debemos dedicar unas líneas al santo, en este caso S. Antonio, con el fin de conocerlo un poco, y que se le hace una fiesta, no para profanarlo, sino para honrarlo, como deben ser todas estas antiquísimas fiestas popular-religiosas que tantas se celebran por todos los pueblos. No sería completo, pues, para la Historia este artículo si no le dedicáramos un recuerdo a la vida del santo que protagoniza esta festividad, festividad que se celebra en casi todas las parroquias, ya que no se sube a nadie a los altares sin que para ello haya causas muy importantes para su canonización y veneración: el franciscano Antonio de Padua nació en Lisboa en 1195, y siendo muy joven tomó el hábito de Canónigo Regular de S. Agustín. Al llegar a Portugal las reliquias de los Protomártires Franciscanos, Antonio tomó la decisión de imitarlos y pasó a la Orden Seráfica, motivo por el cual se marchó a Padua (Italia). Fue orador sagrado, fundador de hermandades y cofradías, teólogo y hombre de gobierno. Enseñó teología en varias localidades de Francia e Italia. Escribió obras de mística y ascética y sermones publicados póstumamente. Fue llamado Arca del Testamento. Murió en Padua, de ahí el sobrenombre de Antonio de Padua, en 1231, a la edad de 35 años, y beatificado muy pronto, cosa sorprendente, al año de su muerte; y, en 1.946, declarado doctor de la Iglesia. Padua (Padoya) es una capital de Italia en el Veneto, tiene 242.000 habitantes y universidad fundada en 1222. Allí se encuentra la basílica de S. Antonio con cúpulas del siglo XIII y también, muy cerca, la escuela de S. Antonio, con frescos de la vida del santo, obras especialmente de Ticiano, año 1511. Algunos confunden que Antonio nació en Italia, por lo de Padua, pero eso no se les puede decir a los portugueses, quienes se enorgullecen de que este santo sea su compatriota, como así es, en efecto.

      Recordemos las antiguas escuelas en este noble pueblo y sus gentes, nuestra vida de niños felices por aquel entorno; recordemos la inauguración de este polideportivo y la romería conmemorativa, como algo nuestro e inolvidable.

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